En sus esculturas consigue moldear el cobre con gran destreza alcanzando formas cargadas de dinamismo y plasticidad.

La capacidad para envejecer y cambiar de color que posee el cobre, provocados por el paso del tiempo, añaden una dimensión de temporalidad y transformación matérica a sus esculturas. Estas piezas no sólo son visualmente impactantes sino también táctiles, invitando a los espectadores a reflexionar sobre la interacción entre el arte, el tiempo y los elementos naturales.

Esta serie escultórica busca ser una reinterpretación de los códigos visuales y simbólicos de la antigüedad clásica, especialmente a través de los ropajes que adornaban las figuras del pasado.

Estos tejidos, con sus pliegues delicados y fluidos, eran más que simples vestimentas; eran manifestaciones de estatus, poder y espiritualidad.

Estas esculturas buscan capturar la esencia de esos ropajes, la interacción entre la ligereza de la tela y el cuerpo que la porta, inmortalizando ese instante de movimiento efímero.